Por: Dr. Arnulfo Cuervo A. Vicepresidente de Fedetranscarga
La pandemia nos ha instalado en un escenario jamás imaginado, el miedo se ha apoderado de nuestro diario vivir, las medidas adoptadas de aislamiento y el derivado cierre del comercio han determinado una profunda fractura en la productividad y con ello la sustancial disminución en nuestros ingresos y la consecuente disminución de la actividad transportadora, en detrimento de la generación de empleo y el otrora crecimiento sostenido que la economía venia presentando.
Los megaproyectos en infraestructura, los proyectos mineros, energéticos y la producción de elementos básicos de la canasta familiar han sido actividades que aún bajo la crisis, generan importantes utilidades. En nuestro entorno sectorial, el transporte de carga por carretera siendo una de las pocas actividades productivas que aún bajo las adversas circunstancias generadas por el virus nunca se ha detenido, se han presentado fenómenos económicos que en algunos casos resultaron inesperados, o que podríamos decir del hecho que bajo el alivio que el gobierno nacional otorgo al sector al no cobrar el valor de los peajes a nivel nacional, los generadores de carga respondieron disminuyendo el valor de los fletes por transporte en el entendido que no pagándose el valor de los peajes ese dinero al no tener que ser un gasto del transportador, este debería ser disminuido del valor del flete pactado, este hecho una vez se reanudo el cobro, situación que a la luz de toda lógica resultaba ineludible, perjudico enormemente la productividad del sector pues la disminución de fletes una vez se produce, resulta por condiciones de mercado y los mecanismos económicos bajo los cuales este se regula en una lenta recuperación.
La disminución en el volumen tanto de exportaciones como de importaciones, de igual manera afectan la economía del país en general y en particular de los transportadores de carga por carretera, lo que ha desencadenado la baja de los fletes pagados por los generadores pues la ostensible disminución de las mercaderías a transportar y la no disminución del parque automotor produce ante la oferta mayor de camiones la posibilidad de pagar al mejor postor un menor flete. La actual cosecha de arroz se atraviesa como un oasis para el gremio, no obstante, esta no durará y siendo efímera el fenómeno volverá a tomar fuerza.
Las medidas tomadas en medio de la pandemia por parte de la Superintendencia de Transporte, abriendo investigaciones a las empresas transportadoras debidamente habilitadas por el Ministerio de Transporte para prestar el servicio e incluso a algunos generadores de carga, medida esta última nunca vista y que aplaudimos por ser los generadores los eslabones más gruesos de la cadena logística, fundamentadas estas en el incumplimiento del Sicetac, mecanismo que desde el punto de vista estrictamente jurídico es a nuestro entender contradictorio y por supuesto inaplicable en el entendido de la imposibilidad que surge de determinar la realidad bajo la premisa del querer consignado en normas de orden legal, estas medidas están determinando perjuicios para el pequeño transportador a quien inicialmente estaban encaminadas para su protección, pues ante la posibilidad de aperturas de investigaciones por parte de la superintendencia, las empresas transportadoras están determinando no contratar con terceros y los generadores de carga que de tiempo atrás han incursionado en el sector constituyendo para su servicio empresas transportadoras y adquiriendo flotas propias han igualmente optado por aumentar las mismas además de modernizarlas. Entonces resulta evidente que la aplicación del sistema de costos eficientes del transporte de carga bajo los parámetros hoy establecidos no es viable y afecta de manera negativa el mercado, pues no puede la empresa transportadora pagar una tarifa por encima de la que el generador de carga tiene establecida. Consideramos que este predicamento entre determinar los fletes justos o sancionar a quien objetivamente no los cumple, se zanjaría con una responsable política de regulación del parque automotor, pasando por la vida útil de la flota existente en el país.
La segura solución a los problemas que nos plantea la pandemia es sin lugar a duda la más pronta y oportuna reactivación de las actividades económicas de productividad, la posibilidad de terminar con el aislamiento que por sí mismo disminuye sustancialmente el consumo, la productividad y ha desencadenado en la quiebra de comerciantes de múltiples pelambres.
El transporte de carga siendo una actividad transversal a la economía se encuentra supeditado tanto a los crecimientos como los descensos de esta, hoy el gobierno nacional, los departamentales y municipales deben sopesar el daño al tejido económico y social que el no reinicio de las actividades económicas y de productividad producen al crecimiento, disparando las cifras de desempleo, de inseguridad y por supuesto demorando la tan esperada reactivación